Acontinuación un documento enviado por los compañeros del Grupo Comunista Internacionalista en respuesta al documento del GEC, donde exponen su posición crítica a la base del llamamiento a la unidad.
Estimados compañeros.
Recientemente tuvimos ocasión de leer el llamamiento que en su día lanzasteis para la unidad de los revolucionarios, así como las recientes aportaciones críticas que los compañeros “proletarios salvajes” han realizado.
Para nosotros todo lo que tiene que ver con el proceso de unificación y centralización de las luchas proletarias es un tema fundamental y prioritario para la comunidad de lucha y queremos dejar unos comentarios críticos.
Ante todo saludamos vuestra tentativa de romper con el sectarismo y la reivindicación que hacéis de asumir las necesidades de las luchas, de romper la separación grupo a grupo, de asumir esfuerzos entre compañeros, de actuar de forma centralizada. Es vital luchar contra la lógica de la separación de la burguesía que penetra en los proletarios, en sus estructuras, fomentando el aislamiento y la atomización. Hoy, el desarrollo de la lucha de clases, el desarrollo del proletariado como fuerza, que se empieza a materializar en la reemergencia de sus luchas a nivel masivo en todos lados, posibilita hacer saltar en pedazos toda esta política de sectas. El proletariado tiende en momentos como los actuales a destruir el aislamiento, superar los restringidos marcos de los grupos, a desarrollar el asociacionismo y asumir la centralización del movimiento. Hoy, que estamos en la puerta de entrada de una nueva fase de lucha tras décadas de contrarrevolución y pese a las terribles debilidades que acarreamos, se vuelve a sentir la necesidad de la centralización internacional. Grupos proletarios de diversos países y regiones actúan ya en este sentido, asumen ya la tarea enorme que será llevada a cabo por miles de cuadros revolucionarios, de centralizar la comunidad de lucha,... Nuestro grupo, en tanto que expresión de la comunidad de lucha proletaria y su tendencia a centralizarse mundialmente, nunca escatimó ni escatimará esfuerzos en este sentido. De hecho nuestra propia existencia responde a esa necesidad para la constitución del proletariado en clase, y por tanto en partido. Por eso nosotros siempre hemos asumido este trabajo, este proceso de centralización.
En todo este proceso y en todas las tentativas por coordinar, unificar y centralizar las luchas de nuestra clase siempre hemos defendido que todo esfuerzo por la centralización de las minorías comunistas, en tanto que sectores más decididos, más combativos y más conscientes de las luchas, solo pueden partir de las necesidades de las luchas, de asumir las tareas que el movimiento exige, de coordinar todos los esfuerzos clasistas. Solo en este marco es posible la centralización internacional del proletariado. Como decimos al final de la tesis 56 de nuestras tesis programáticas:
“[...] Dada las condiciones de las cuales emerge esa comunidad de acción revolucionaria, luego de décadas de contrarrevolución, hoy resulta, más evidente que nunca que la misma es una comunidad práctica de necesidades e intereses proletarios afirmados en el enfrentamiento contra el capital, y cristalizados en la acción de minorías de vanguardia, mucho antes de ser una comunidad de consciencia (incluso en lo que respecta a estas minorías). La organización, la centralización de esa comunidad, que se irá afirmando en base a la coordinación de la acción contra el capital (que se desarrolla hoy en forma inorganizada), se contrapone entonces necesariamente con todo tipo de criterios de demarcación ideológica y es y será una demarcación eminentemente práctica, de lucha. [...]”
Por eso estamos totalmente de acuerdo cuando decís que “es necesario que las minorías revolucionarias busquen el trabajo organizado, la unidad en los esfuerzos, en base a una plataforma de acción e intervención en la lucha real de nuestra clase (sin dejar de lado el esclarecimiento mediante el debate)”. Si bien no estamos de acuerdo en la utilización del término intervención para referirse a la actuación de las minorías comunistas en el seno de las luchas de nuestra clase, por todo lo que conlleva, pues hace referencia a una actuación que viene desde el exterior, cuando las minorías comunistas actúan como parte de la lucha, de la clase, y no intervienen. Al margen de esto pensamos que ahí está la clave de la centralización de la lucha, y en concreto de las minorías comunistas -algo inseparable-: centralizarse en base a asumir las necesidades y tareas de las luchas, centralizarse a partir de unos ejes prácticos (lo que llamáis plataforma de acción). Y es en este cuadro en el que tiene cabida la discusión, la elaboración de criterios cada vez más demarcatorios que delimiten cada vez de forma más profunda la revolución y la contrarrevolución.
Sin embargo parece que vuestra propuesta entra contradicción con esa intención que adelantáis. Pese a que mostráis esa tentativa de asumir la centralización en base a “una plataforma de acción”, el desarrollo de la propuesta va por otro lado. En lugar de fijar esos ejes de acción, esa “plataforma de acción”, como fundamento de la propuesta, se ponen en su lugar “unos principios políticos”. Y compañeros, ese es precisamente uno de los caminos que desarticulan las tentativas de centralización. Se pone en bandeja la transformación de toda tentativa real de reagrupamiento de revolucionarios y abre la puerta de entrada a fuerzas que nada tienen que ver con la luchas sino con el mundo de las ideas. Cuando los ejes de acción, cuando la coordinación real de nuestra práctica es dejada de lado para discutir en primer lugar de principios, ponemos el puente para que los oportunistas y los ideólogos tomen el protagonismo esterilizando la tentativa de asociacionismo proletario. En lugar de tomar como base una confluencia práctica se toma como base una declaración de principios.
Cuando decís “Compañeros, hemos visto muchos llamamientos a la unidad, muchos llamamientos a los grupos que se hacen llamar revolucionarios, comunistas y clasistas… es hora de que esto sea una realidad” no hacéis más que reflejar esa realidad que criticamos. Esos llamamientos, esos encuentros de revolucionarios que finalmente para lo único que sirven es para quemar las energías de compañeros que realmente pujan por la estructuración de la lucha, esas espectaculares “preparaciones del partido” que se quedan en discusiones de salón, no responden más que a ese mundo de las ideas, de los principios y no al de la lucha y sus necesidades. No parten de la lucha, no parten de las tareas y de su centralización, parten de principios, de ideas que quieren amoldar las luchas. Por eso se quedan en nada, o lo que es peor, por eso se crean estructuras que en lugar de ser un espacio de reagrupamiento de revolucionarios y centralización de las luchas es un espacio para su liquidación, y por eso algunos compañeros denunciamos esas seudotentativas, Llamamientos así compañeros hay a decenas, pero nada tienen que ver con las propuestas concretas de centralización. De compañeros que asumen la coordinación de las tareas revolucionarias como base del desarrollo de la unificación del proletariado. Recientemente hemos leído también otra propuesta de centralización por parte de “tentativaxx” en la que vemos también que su eje no responde a articulaciones prácticas, sino a principios a los que “basta con dar el visto bueno para comenzar”.
Con esto queremos subrayar el peligro que se corre dirigiéndose hacia esa dirección. No queremos decir que no se requieran una serie de criterios demarcatorios que limiten la entrada de nuestros enemigos, que no haya que discutir... Por supuesto que se necesitan criterios que delimiten en lo posible la entrada de nuestros enemigos en todo proceso de estructuración. Pero siempre partiendo de asumir la centralización de las luchas y no al revés. De hecho es así, asumiendo conjuntamente la práctica que realizábamos por separado algunos grupos y militantes como se corta la entrada a la mayoría de oportunistas y pseudorevolucionarios cuya práctica está ausente de la lucha real de nuestra clase. Nosotros siempre hemos defendido que lo que realmente garantiza la delimitación entre la revolución y la contrarrevolución es la práctica, asumir o no asumir las tareas y necesidades de nuestra clase. Y eso es lo que echamos de menos precisamente en esta propuesta, la columna vertebral de toda propuesta de reagrupamiento de revolucionarios, el punto de inicio de toda tentativa de centralización: unos ejes prácticos que aborden precisamente las necesidades de las luchas, que asuman las tareas de las luchas, y que en base a ellos concretemos el reagrupamiento. De ahí la contradicción que vemos en vuestras intenciones y el desarrollo que hacéis en la propuesta. Sin unos ejes prácticos de articulación todo queda en el vacío, se abre la puerta de par en par al teoricismo, al tertulianismo. La propuesta de centralización entonces pasa a ser una propuesta de debate apartada del terreno del combate de clase en la que las necesidades y tareas de las luchas, en la que la propia centralización, desaparece.
No es con “principios” como se constituirá un polo de reagrupamiento de revolucionarios, no es así como las luchas se centralizan. La centralización es el resultado de la confluencia práctica, de la estructuración colectiva de esa práctica, se trata de que asumamos conjuntamente, de forma coordinada lo que ya asumíamos de forma separada. Entonces el “eje sobre el que apoyarse” no puede ser otro que la de asumir conjuntamente las necesidades y tareas de las luchas de nuestra clase. Una “propuesta abierta” puede englobarse en esa dinámica de centralización, pero siempre que su punto sea precisamente asumir esas necesidades. Sin partir de unos ejes prácticos, sin reivindicar como primer criterio ciertas tareas a asumir conjuntamente en ese proceso de centralización se está esquivando precisamente la sustancia de todo esto, la centralización de las luchas. Los criterios de demarcación, de “filtración”, lo que vosotros llamáis principios, solo valen partiendo precisamente de esa base, de la base de asumir las tareas de las luchas.
Para terminar, subrayar nuevamente que ningún “principio político”, ningún criterio ideológico será nunca la base sobre la que se desarrolle la unidad del proletariado. Por el contrario la base será siempre la organización y centralización de la lucha proletaria. La internacional, el partido, se prefigura hoy en la práctica de un conjunto de minorías proletarias no centralizadas -salvo pequeñas excepciones- que en su lucha vuelven a repropiarse del programa comunista, vuelven a situarse en la línea histórica de la revolución. Es en la coordinación y en la centralización de la práctica de esas minorías donde asienta toda su esencia el proceso de unificación del proletariado. Y es ahí donde tiene sentido la discusión, la formalización de una serie de criterios que de forma cada vez más clara irán delimitando la revolución y la contrarrevolución.
Por todo lo dicho es lógico, y entenderéis, que nuestra crítica no entre en la valoración de los “principios políticos” que invitáis a criticar. La crítica al propio marco de la propuesta, a la propia dinámica de la que parte es aquí lo fundamental y por eso hemos considerado que era lo que había que abordar. Lo otro, criticar esos puntos, es entrar en un terreno que consideramos, tal y como hemos desarrollado, que por el momento no sirve para impulsar la unificación de la lucha proletaria ni para avanzar en la ruptura del aislamiento entre las minorías comunistas.
Por el momento esto es todo compañeros. Nuestra mano está tendida para asumir juntos esfuerzos y tareas para la centralización internacional de las luchas. Toda esta crítica de vuestro llamamiento va en ese sentido.
Esperamos vuestra respuesta.
Niko por el GCI